Focos del cerebro. Cómo vivir si la conciencia es solo una ilusión

Las ilusiones ópticas se crean a través del color, el contraste, la forma, el tamaño, los patrones y la perspectiva y engañan a nuestro cerebro. Pero, ¿cómo sucede exactamente esto? ¿Por qué las líneas rectas aparecen oblicuas y los mismos segmentos de línea parecen de diferente longitud?

Ilusiones ópticas, diferentes realidades y los beneficios conductuales de los errores de visión: el neurólogo Beau Lotto explica cómo el cerebro crea ilusiones visuales (ilusiones ópticas) y por qué el mundo no es realmente lo que parece.

Mire de cerca las baldosas del piso en la imagen a continuación. Primero, concentre su atención en el azulejo que está directamente debajo de la planta de interior, a la sombra de la mesa. Luego mira el mosaico de la derecha, que está fuera de la mesa.

¿Cuál es más brillante? ¿Izquierda?

¡Pobre de mí! De hecho, y puedes verlo en la imagen de abajo, los colores de los mosaicos son idénticos. Este truco se conoce como la ilusión de brillo. Percibimos un objeto sobre un fondo claro como más oscuro que el mismo objeto sobre un fondo oscuro. Esta ilusión óptica ocurre porque nuestros sistemas visuales están conectados para percibir contrastes que nos ayudan a distinguir entre formas (como un depredador que avanza). Resulta que no siempre vemos las cosas como son.

Como neurocientífico que estudia las ilusiones en el University College London, Beau Lotto sabe todo sobre las formas en que el cerebro nos engaña, distorsiona la realidad para nuestra ventaja evolutiva. La periodista de Nautil.us, Claire Cameron, habló con él sobre la naturaleza fraudulenta de la percepción y trató de averiguar si alguna vez podríamos ver el mundo tal como es.

Lo hermoso que nos enseñan las ilusiones visuales y las ilusiones ópticas es que todo lo que hacemos se basa en suposiciones.

QC: ¿Qué dijo la ilusión de brillo sobre cómo vemos?

B.L.: Todo lo que hacemos está conectado con nuestra percepción. Nuestra experiencia de nosotros mismos, otras personas, el mundo - todo lo que pensamos, creemos, entendemos, comienza con la percepción. Y el brillo es un modo simple de percepción visual, cuya función se limita a lo simple: ver la luz. La ilusión de brillo nos dice que incluso en el mismo nivel básico no podemos verlo todo. El cerebro no ha evolucionado para poder ver algo absoluto. Ha evolucionado hasta el punto de adquirir la capacidad de ver relaciones y ver qué es más beneficioso desde el punto de vista conductual. Si funciona con luminosidad, debería ser cierto para muchas cosas diferentes, hasta conceptos abstractos.

KK: ¿Quieres decir que aprendemos a navegar por el mundo reconociendo patrones?

B.L.: Sí ​​y no. El principal problema es que nuestros cerebros han evolucionado para lidiar con la incertidumbre: la ambigüedad de la información. La información no nos habla de sí misma; ella no nos dice qué hacer. Entonces, lo primero que hace el cerebro cuando miras imágenes es encontrar un patrón, que no es más que una relación estadística. El patrón, el patrón, por sí mismo, no tiene significado, al igual que la imagen sin sentido que estás mirando. Y no tienes instrucciones sobre qué hacer. Pero a medida que interactúas con el mundo, creas un "buen comportamiento" que te mantiene con vida o un "mal comportamiento" que te lleva a la muerte. Y tu cerebro asocia significados de comportamiento con el patrón. Este es el beneficio de comportamiento que ves. O podría ser un beneficio conductual que sus antepasados ​​vieron mucho antes que usted. Como seres humanos, estamos codificados por nuestra historia cultural, así como por nuestra historia evolutiva.

KK: ¿Pero podemos encontrar evidencia de esta codificación en el cerebro humano?

B. L.: Desafortunadamente, no sabemos casi nada acerca de cómo funciona todo mecánicamente. Usamos abejorros como modelo porque tienen alrededor de un millón de células en sus cerebros en comparación con los miles de millones de nosotros. Y ven las mismas ilusiones visuales que nosotros vemos. Aunque los mecanismos pueden ser diferentes, los principios siguen siendo los mismos. Si podemos entender los principios, entonces podemos entender los mecanismos y aplicarlos a otros sistemas, como los robots.

KK: Ha creado un dispositivo portátil llamado LumaKey que convierte la luz en sonido. ¿Para qué?

B.L.: Queríamos crear el nuevo tipo experiencia que pueda ser registrada. La estructura física del sonido es muy diferente de la estructura física de la luz. Cuando traducimos la luz en sonido, el cerebro también recibe información visual y podemos ver cómo el sistema de sonido crea esta sensación. La pregunta es esta: ¿las personas podrán comenzar a "escuchar" ilusiones visuales? Esta es una de las razones por las que creamos LumaKey. Otra razón es que es potencialmente una gran manera de hacer música.

KK: ¿Es posible cambiar nuestra percepción?

B.L.: Creo que sí. Lo hermoso que nos enseñan las ilusiones visuales y las ilusiones ópticas es que todo lo que hacemos se basa en suposiciones. Si miras una ilusión sin saber que es una ilusión, experimentas una sensación de realidad. Pero tan pronto como te muestro que esto es una ilusión óptica, tu cerebro comienza a hacer algo increíble: alberga dos realidades que son mutuamente excluyentes al mismo tiempo. Los dos mosaicos se ven diferentes, pero sé que son iguales. Conceptualmente, esto no es muy diferente del significado de la frase "Experimento una realidad hoy, pero puedo imaginarme otra realidad mañana". Y la única manera de aprender a ver de otra manera es darse cuenta.

Por qué las ilusiones ópticas engañan a nuestro cerebro

La gente ha estado familiarizada con las ilusiones ópticas durante miles de años. Los romanos hicieron mosaicos en 3D para decorar sus casas, los griegos usaron la perspectiva para construir hermosos panteones y al menos una estatuilla de piedra paleolítica representa dos animales diferentes que se pueden ver según el punto de vista.

Mucho se puede perder en el camino desde los ojos hasta el cerebro. En la mayoría de los casos, este sistema funciona bien. Tus ojos se mueven rápida y casi imperceptiblemente de un lado a otro, entregando imágenes dispersas de lo que le está sucediendo a tu cerebro. El cerebro, en cambio, los organiza, determina el contexto, colocando las piezas del rompecabezas en lo que tiene sentido.

Por ejemplo, está parado en la esquina de una calle, los autos pasan por un paso de peatones y el semáforo está en rojo. Los datos se suman a la conclusión: ahora no es el mejor mejor tiempo para cruzar la calle. La mayoría de las veces esto funciona muy bien, pero a veces, aunque tus ojos envían señales visuales, tu cerebro comete un error al tratar de descifrarlas.

En particular, esto sucede a menudo cuando se trata de plantillas. Son necesarios para que nuestro cerebro procese la información más rápido, gastando menos energía. Pero estos mismos patrones pueden engañarlo. Además, el cerebro a menudo se equivoca con el color. El mismo color puede verse diferente en diferentes fondos. También se puede crear una ilusión óptica debido a la perspectiva.

Los científicos sugieren que la ilusión se crea debido a la acción conjunta de mecanismos neuronales de diferentes niveles: neuronas de la retina y neuronas de la corteza visual. Debido al hecho de que el cerebro está familiarizado con las leyes de la perspectiva, te parece que la línea azul distante es más larga que la verde en primer plano. De hecho, tienen la misma longitud.

El siguiente tipo de ilusiones ópticas son las imágenes en las que se pueden encontrar dos imágenes. El cerebro también puede complementar imágenes con color. Los científicos aún no saben qué causa tales ilusiones.

El cerebro crea una imagen a partir de la información recibida. Sin esta capacidad, no seríamos capaces de conducir un automóvil o cruzar la calle con seguridad.
Cuando aprendes a leer por primera vez, lees cada letra, pero luego el cerebro recuerda palabras completas, y mientras lees, las reconoces como una imagen completa, deslizando tus ojos sobre la primera y la última letra.

Como ves, a pesar de que nuestro cerebro hace un gran trabajo con las tareas cotidianas, para engañarlo basta con romper el patrón establecido, utilizar colores contrastantes o la perspectiva adecuada.

Y algún truco visual más interesante:


Las espirales azul y verde son en realidad del mismo color: verde. Azul no está aquí.

Mire aquí los cuadrados en los centros de las caras superiores y más cercanas a usted.



El cuadrado marrón en el centro de la cara superior y el cuadrado "naranja" en el centro de la cara frontal son del mismo color.

Mira de cerca el tablero. ¿De qué color son las celdas "A" y "B"? ¿Parece que "A" es negro y "B" es blanco? La respuesta correcta está abajo.


Las celdas "B" y "A" son del mismo color. Gris.


Puede cargar la primera imagen en un editor de gráficos y comparar el color de las celdas usted mismo.



¿La parte inferior de la figura parece más clara? Use su dedo para cubrir el borde horizontal entre la parte superior e inferior de la forma.



¿Ves el tablero de ajedrez con celdas en blanco y negro? Las mitades grises de las celdas en blanco y negro son del mismo tono. El color gris se percibe como negro o como blanco.


Las figuras de los caballos tienen el mismo color.


¿Cuántos colores hay además del blanco? 3? 4? De hecho, solo dos: rosa y verde.


¿De qué color son los cuadrados aquí? Solo verde y rosa.


Fuentes:

Hay una noción en todas las tradiciones espirituales de que nuestra percepción de la realidad está distorsionada. En el hinduismo y el budismo, hablan de un "velo de ilusión", en el cristianismo, que "vemos el mundo de una manera adivinatoria, como a través de un cristal opaco".

neurociencia Wendy Hazenkamp/Wendy Hazenkamp en su artículo de diario Triciclo habla de cómo la ciencia moderna explica el surgimiento de esta ilusión a nivel del cerebro humano. Y sobre si es posible cambiarlo.

Traducción de Anastasia Gosteva

Parece que la gente constantemente quiere cambiar algo: comprar el último dispositivo, encontrar Nuevo trabajo, mejora tu relación. Las cosas que son simplemente "como son" no les brindan una completa satisfacción. Los budistas describen esta situación con el término dukkha, que significa "sufrimiento" y creen que dukkha es una parte integral de la existencia.

A menudo creemos que podemos alcanzar la felicidad cambiando algunas circunstancias externas en nuestra vida y en nuestro entorno. Ignoramos el hecho de que gran parte de nuestro sufrimiento es sustentado y "perpetuado" por nuestra propia mente. Son los patrones habituales de nuestra mente los que determinan nuestra percepción de los eventos, nuestras reacciones emocionales hacia otras personas, así como la forma en que vemos el mundo como un todo: como "bueno" o como "inherentemente defectuoso".

Estos mismos patrones afectan las manifestaciones más simples y básicas de nuestra vida diaria. Nuestros hábitos mentales y de comportamiento están en la base de toda la variedad de nuestras experiencias de vida, y la mayoría de estos hábitos simplemente no nos damos cuenta. Ellos controlan nuestras vidas y como resultado las vivimos en piloto automático.

En el budismo, estos hábitos de nuestra mente están directamente relacionados con el concepto de karma. En cada momento del tiempo, nuestra conciencia no es libre, sino que está rígidamente determinada por el estado en que se encontraba en momentos anteriores, y la totalidad de nuestra experiencia pasada determina la totalidad de nuestra experiencia actual. Nuestras acciones (que incluyen no solo nuestro comportamiento, sino también nuestros pensamientos) dejan huellas en nuestra mente, y aumenta la probabilidad de que actuemos o pensemos lo mismo en el futuro.

profesor de zen coreano Daehaeng Kun Sumin lo describe de esta manera: “Las personas a menudo son descuidadas con los pensamientos que permiten entrar en sus mentes. Piensan que tan pronto como olviden este pensamiento, dejará de existir. Esto está mal. Una vez manifestado en tu mente, el pensamiento continúa funcionando y un día sus efectos vuelven a ti.

Pero lo sorprendente es que estas antiguas ideas sobre el karma (al menos en la forma en que describen la relación de causa y efecto a lo largo de la vida) reflejan las ideas de los neurocientíficos sobre cómo funciona nuestro cerebro con una precisión asombrosa. Uno de los principios más fundamentales de la neurociencia moderna fue formulado en 1949 por el neuropsicólogo canadiense Donald Hebb (Donald Hebb) y se conoce como "ley de Hebb" o como "teoría de conjuntos celulares". En su libro La organización del comportamiento: una teoría neuropsicológica, postuló el principio de la interacción neuronal, que a menudo se describe en una frase: "Neuronas que disparan juntas, se conectan juntas".

En este trabajo seminal, Hebb propuso que “cualesquiera dos células o sistemas celulares que estén repetitivamente activos al mismo tiempo tenderán a unirse, y la actividad en una célula o sistema celular tenderá a activar la otra célula o sistema celular”. Esta es la premisa básica de la neuroplasticidad: la capacidad de nuestro cerebro para cambiar en respuesta a nuevas experiencias.

El mecanismo de la neuroplasticidad ha sido revelado a través de numerosos estudios científicos rigurosos que examinan cómo emergen físicamente las redes neuronales de nuestro cerebro y se renuevan a nivel micro. Imagine dos neuronas conectadas entre sí de tal manera que la actividad de la primera neurona hace que la segunda neurona sea más probable que se dispare. Si comenzamos a estimular dos neuronas al mismo tiempo una y otra vez, después de unas pocas horas, exactamente la misma estimulación de la primera neurona que antes conducirá a una respuesta eléctrica más fuerte de la segunda neurona.

Esto se debe al hecho de que la primera célula comenzará a liberar más neurotransmisores químicos y la segunda célula formará más receptores que pueden percibir estos neurotransmisores. Estos cambios moleculares darán como resultado conexiones más fuertes entre las dos neuronas. Si esta coactivación se repite durante mucho tiempo, las neuronas cambian físicamente de forma: desarrollan nuevas dendritas para fortalecer aún más la conexión.

Este es el ejemplo más simple de cómo dos células interactúan entre sí, y millones de interacciones de este tipo ocurren cada segundo en un cerebro vivo. Cada neurona se comunica con miles de otras neuronas, creando una red de conexiones increíblemente compleja. Como resultado del proceso continuo de aparición de nuevas conexiones neuronales estables, en nuestro cerebro se van formando nuevas redes neuronales, asociadas a la experiencia que más se repite en nuestra vida. Estas redes neuronales reflejan nuestro conocimiento personal sobre cada objeto, persona o situación específica, que se manifiesta en nuestra experiencia como sensaciones, recuerdos, emociones, pensamientos y respuestas conductuales.

Y a medida que vivimos nuestras vidas, los circuitos neuronales que usamos con mayor frecuencia se vuelven rígidos e increíblemente resistentes. En la práctica, esto significa que se encienden casi automáticamente y son mucho más fáciles de activar en comparación con los circuitos nuevos que no se usaron anteriormente. Inicialmente, se necesita menos energía para activar estos viejos circuitos que para activar los nuevos, y complacer sus hábitos se convierte literalmente en el "camino de menor resistencia".

El cerebro se puede comparar con un mecanismo de conservación de energía: del 20 al 25% de la energía celular de nuestro cuerpo es utilizada por nuestro cerebro (mientras que su peso es aproximadamente el 2% del peso corporal), por lo tanto, como resultado de un poderoso proceso evolutivo. presión, el cerebro ha aprendido a ser lo más eficiente y económico posible. .

Como un río que prefiere fluir a lo largo de su propio curso, en lugar de hacerse un nuevo camino hacia la orilla, cuando el cerebro tiene que elegir entre dos acciones, elige una que le es familiar y se ha repetido muchas veces, porque es energéticamente más beneficioso.

Greg Dunn, Purkinje Neurons, 2008. Tinta procesada digitalmente sobre papel.

No es difícil ver la conexión entre estos estudios y el concepto de karma. Cualquiera de nuestra experiencia subjetiva - ideas y pensamientos, emociones y sensaciones, comportamiento - se refleja a nivel celular. Millones de neuronas cobran vida en las complejas redes de interacciones que subyacen a cada experiencia que experimentamos. Cuanto más a menudo se reproducen algunos patrones específicos de actividad de nuestra mente, más profunda se vuelve una determinada pista mental. Como resultado, cuando nos involucramos en un pensamiento o acción, es más probable que lo repitamos una y otra vez en el futuro, ya que cada uno de nuestros pensamientos y cada una de nuestras acciones activan ciertas conexiones neuronales.

Por un lado, puede verse simplemente como un mecanismo para la conservación de la energía o una conexión entre causa y efecto biológicos. Por otro lado, esta es la ley del karma, que se manifiesta diariamente en nuestra vida ordinaria. Nuestro cerebro se convierte literalmente en lo que pensamos.

Estos aspectos kármicos de la neuroplasticidad tienen aplicaciones importantes. Según las creencias budistas, la causa del sufrimiento y la impermanencia es la ilusión y la ignorancia, nuestra incapacidad para ver la verdadera naturaleza de la realidad. En lugar de ser conscientes de la impermanencia y la vacuidad de todas las manifestaciones mundanas, tendemos a ver las cosas como reales e inmutables, con una existencia independiente. Tratamos a las personas y los objetos que nos rodean como partes separadas y dispares, y les atribuimos algún tipo de personalidad innata. Y no solo eso, también nos tratamos a nosotros mismos de la misma manera.

Esta percepción errónea de la realidad es lo que causa dukkha, lo que hace que nos hundamos en una corriente interminable de deseos y frustraciones, cuyo único propósito es proteger y mantener nuestro sentido del yo.

Y la capacidad plástica de nuestro cerebro conduce a que esta ilusión se mantenga gracias al mecanismo neuronal responsable del proceso de formación de conceptos. Veamos un ejemplo de cómo surge un nuevo concepto en respuesta a un nuevo estímulo visual. (Este ejemplo está tomado de The General Theory of Love de Thomas Lewis, Fari Amini y Richard Lannon).

Imagina una niña que acaba de empezar a aprender letras. Por primera vez en su vida, ve una letra A mayúscula, y esta letra está escrita en una fuente ornamental. En el momento en que ve A, se activa cierto grupo de neuronas en el sistema visual de su cerebro.

En otra cartilla, ve otra A, esta vez tiene una sandía en la base. Se activa un conjunto ligeramente diferente de neuronas: tendrá muchas de las mismas neuronas que se activaron la primera vez (dado que la letra A en ambos casos tiene elementos comunes que estimulan las mismas neuronas), pero se agregarán otras nuevas y algunas desde el primer set no lo hará.

La tercera vez que la niña ve la A escrita en otro tipo de letra, el grupo principal de neuronas asociado con los elementos invariables de la letra y algunas neuronas adicionales se activan nuevamente.

Cada vez que un niño ve la misma letra escrita de forma ligeramente diferente, las neuronas asociadas con la percepción de elementos de la letra que se veían iguales en todos los casos anteriores se activan y, de acuerdo con la ley de Hebb, se conectan cada vez más entre sí. En el caso de la letra A, estos elementos de aspecto idéntico son dos líneas en ángulo entre sí y una línea horizontal entre ellas. Cuando el cerebro comienza a encontrar y resaltar estos elementos idénticos en cada nueva simulación, se forma en el niño el concepto de la letra “A”. Más tarde, se agregará aquí el sonido y la comprensión del lugar de esta letra en la palabra.

Como resultado, cada vez que una niña vea dos líneas oblicuas conectadas y una línea horizontal entre ellas, el circuito neuronal asociado con la percepción de la letra A se encenderá inmediatamente en su cerebro, y gracias a esto, reconocerá fácilmente esta letra. y entender lo que ve.

El procesamiento conceptual de la realidad es increíblemente conveniente y útil cuando estamos hablando sobre las relaciones con el mundo y otras personas. Es a través de la capacidad de crear nuevos conceptos que podemos aprender y recordar. Sin él, las tareas más simples nos desconcertarían, porque una y otra vez, como si fuera la primera vez en nuestras vidas, estudiáramos una cuchara o un bolígrafo, tratando de adivinar su propósito.

Pero hay una desventaja en el pensamiento conceptual: por su propia naturaleza, los conceptos establecidos interrumpen la inmediatez de nuestra percepción. Y en el budismo esto se sabe desde hace mucho tiempo. El erudito estadounidense John Dunn cita el ejemplo del filósofo budista Dharmakirti, que vivió en el siglo VII. Dharmakirti argumentó que al encontrar algún elemento único de un objeto varias veces seguidas, generamos una "falsa conciencia".

Es el resultado de nuestra mente creando "igualdad" (que es el concepto) al separar todos los objetos con tal elemento en una clase separada, porque es más apropiado para nuestras necesidades inmediatas. Por la costumbre de operar con conceptos estables, no nos damos cuenta de que en realidad un elemento dado de un objeto es único. Por el contrario, estamos seguros de que el concepto en nuestra cabeza refleja alguna esencia fundamental de este objeto.

La ciencia cognitiva moderna también confirma el hecho de que el pensamiento conceptual nos distrae de la percepción directa. En el ejemplo A, los grupos de neuronas asociados con las diferencias ortográficas no forman conexiones estables porque ese estímulo visual no se repite: la otra cara de la ley de Hebb. Debido al hecho de que las conexiones se fortalecen solo entre las neuronas asociadas con la percepción de los mismos elementos, el enfoque en la mente de la niña se desplaza de los detalles únicos e inimitables a los ya familiares. ¡Ella no percibe la singularidad! La pureza de su percepción está algo perturbada. Los filtros conceptuales en nuestro cerebro crean un velo de ilusión que nos oculta la verdadera realidad.

Greg Dunn, Hippocampus II, 2010. Laca sobre aleación de oro y aluminio.

No nos damos cuenta de la interdependencia y la impermanencia del mundo que nos rodea, porque cristalizamos nuestra experiencia en patrones compuestos preformados que nos parecen inalterables en el tiempo. No vemos el vacío de las cosas porque creemos que nuestros conceptos reflejan la esencia de las cosas. Nos parece que cierta conexión de líneas es en efecto la letra A y siempre lo será.

Cuando se trata de la carta, esto no parece ser un problema grave. Pero el problema surge cuando percibimos a las personas ya los fenómenos más complejos de la misma manera estrecha, colocándoles etiquetas simplificadoras. Y, como resultado, no vemos a otras personas (e incluso a nosotros mismos) en toda la singularidad del momento actual. Parece que la ilusión, nuestra percepción errónea de la realidad, es una consecuencia natural de un proceso biológico fundamental, hermoso en su practicidad y elegancia, pero que también nos amenaza con grandes delirios.

qué hacemos? ¿Estamos condenados a jugar nuestras vidas a merced de los patrones neuronales de rutina? Tanto el budismo como la neurociencia moderna están seguros de que no. Las mismas propiedades neuroplásticas de nuestro cerebro que nos dan nuestras limitaciones kármicas pueden ayudarnos a liberarnos de la ilusión.

Durante siglos, la gente ha recurrido a las prácticas contemplativas para hacer esto, y su experiencia demuestra que la transformación es posible. Y recientemente, la neurociencia, gracias en parte a su tándem con el budismo, ha descubierto un hecho previamente desconocido de que nuestro cerebro puede cambiar a lo largo de la vida. La buena noticia es que si practicas la meditación con regularidad, puedes cambiar tu cerebro a lo grande.

El hecho es que el mecanismo de neuroplasticidad está constantemente activo, el cerebro actualiza constantemente sus redes neuronales en respuesta a la experiencia actual. Si comenzamos a elegir conscientemente nuestra experiencia actual, podemos activar las partes del cerebro que necesitamos.

A través de la práctica regular de la meditación, podemos tomar conciencia de nuestros hábitos mentales. Y habiéndolos notado, podemos tomar una decisión: seguirlos o tratar de cambiarlos, tratar de reaccionar no automáticamente, sino conscientemente. Y luego podemos formar nuevos circuitos neuronales estables. Con el tiempo, podemos dirigir nuestro río en una nueva dirección.

Pero no es fácil. Empezamos a cambiar hábitos mentales profundamente arraigados que se han formado a través de miles, si no millones de repeticiones. Además de eso, este proceso de reprogramación requiere mucha energía, tanto el esfuerzo que hacemos para evitar que nuestra mente divague, por ejemplo, como la energía celular necesaria para crear nuevas conexiones sinápticas estables entre las neuronas.

Estos procesos a nivel biológico reflejan lo que el budismo llama “purificación del karma”, y son el primer paso hacia la toma de conciencia de que además de nuestro karma personal, existe también un karma colectivo, que se manifiesta en patrones sociales de comportamiento y comportamiento igualmente arraigados. pensamiento y abarca no sólo nuestras vidas individuales.

Tenemos que animarnos, porque a veces este trabajo puede ser extremadamente agotador, tanto mental como físicamente. A medida que comienzan a surgir nuevas vías neuronales en nuestros cerebros, las antiguas se debilitan gradualmente debido al uso poco frecuente. Y esta es una comprensión muy inspiradora: el cambio es posible y las dificultades en el camino son naturales. Entender que para crear nuevos circuitos neuronales estables, necesitamos hacer y pensar de nuevas maneras una y otra vez nos ayuda a ganar paciencia en la práctica de la meditación. Si tenemos suficiente devoción, podemos crear nuevas inclinaciones mentales saludables hacia la sabiduría y la compasión, la conciencia y la bondad. Por eso es necesaria la práctica de la meditación.

La pregunta de hasta dónde podemos ir más allá de esta ilusión y cambiar la forma en que los conceptos abstractos “reifican” nuestra experiencia actual sigue abierta en la neurociencia. Como sabemos, el budismo afirma que una persona puede comenzar a percibir el mundo directamente y descubrir el vacío que está más allá de todos los conceptos.

Desde un punto de vista biológico, probablemente nunca seremos capaces de eliminar por completo las manifestaciones físicas de aquellas estructuras de nuestro cerebro que son responsables del pensamiento conceptual. Después de todo, lo necesitamos para que funcione de manera significativa en el mundo.

Pero a través de la práctica de la meditación, podemos cambiar nuestra actitud hacia nuestros conceptos, podemos ver sus fundamentos. Y luego, gradualmente, seremos capaces de levantar el velo de maya y ver la verdadera naturaleza de la realidad.

VISIBILIDAD E ILUSIÓN

Aquel que ve significado en lo significativo y falta de significado en lo sin sentido es capaz de una verdadera comprensión.

Dhammapada

Pero la mente es como un ilusionista. Él puede hacernos ver cosas que en realidad no existen. La mayoría de nosotros estamos atrapados en las ilusiones que crea nuestra mente y, de hecho, nos estamos empujando a nosotros mismos a crear más y más fantasías inmoderadas. El drama imaginado comienza a volverse adictivo, produciendo lo que algunos de mis alumnos llaman un "impulso de adrenalina" o "subidón" que hace que nosotros mismos o nuestros problemas parezcan más grandes que la vida misma, incluso si la situación que los origina es terrible.

Con el mismo entusiasmo con el que aplaudimos el truco de un mago que saca una liebre del sombrero, vemos películas de terror, leemos novelas de aventuras, nos involucramos en relaciones interpersonales complejas y luchamos con nuestros jefes y compañeros. De esta manera extraña, quizás relacionada con la capa reptiliana más antigua del cerebro, realmente disfrutamos de la tensión que causan tales experiencias. Al fortalecer nuestro sentido de identidad frente a “ellos”, esta experiencia fortalece nuestro sentido de individualidad, que, como vimos en el capítulo anterior, es en sí mismo solo una apariencia, desprovista de una realidad inherente.

Algunos psicólogos cognitivos con los que he hablado han comparado la mente humana con un proyector de películas. Así como un proyector de películas proyecta imágenes en una pantalla, nuestra mente proyecta los fenómenos percibidos en una especie de pantalla cognitiva, un contexto que consideramos como el "mundo exterior". Al mismo tiempo, la mente está proyectando pensamientos, sentimientos y sensaciones en otra pantalla o contexto, que consideramos nuestro mundo interior, o "yo".

Esto está más cerca de la visión budista de la realidad absoluta y relativa. La realidad última es el vacío, un estado en el que las percepciones se realizan intuitivamente como una corriente interminable y transitoria de experiencia posible. Cuando comienzas a reconocer las percepciones como eventos fugaces que dependen de las circunstancias, dejan de ser tan importantes para ti y toda la estructura dual de "yo" y "otros" comienza a perder su fuerza anterior. La realidad relativa es la idea errónea de que cualquier cosa que percibas es real en sí misma.

Sin embargo, no es tan fácil abandonar el hábito de pensar que las cosas existen en algún lugar "allá afuera" en el mundo exterior o "adentro". Para hacer esto, necesitamos abandonar todas las ilusiones que abrigamos y darnos cuenta de que todas nuestras proyecciones, todo lo que consideramos "otro", es en realidad una expresión espontánea de nuestra propia mente. Esto significa dejar las ideas sobre la realidad y, en cambio, experimentar el flujo de la realidad tal como es. Al mismo tiempo, no necesitas estar completamente libre de tu percepción. No necesitas esconderte en una cueva o en un refugio de montaña. Puede disfrutar de sus experiencias sin involucrarse activamente en ellas, mirándolas tal como miraría los objetos que aparecen en un sueño. De hecho, puede comenzar a admirar la variedad de experiencias que están disponibles para su percepción.

Al darse cuenta de la diferencia entre la apariencia y la ilusión, quizás admita que algunas de sus percepciones pueden haber sido erróneas o preconcebidas, que sus ideas de cómo deberían ser las cosas pueden haberse vuelto tan osificadas que ya no puede ver ningún punto de vista. vista diferente a la propia. Cuando comencé a darme cuenta del vacío y la claridad de mi mente, mi vida se volvió más rica y brillante de formas que ni siquiera podía imaginar. Una vez que dejé ir mis ideas de cómo deberían ser las cosas, fui libre de experimentar mi experiencia exactamente como es, y exactamente como soy, aquí y ahora.

Del libro Maestro. Reflexiones sobre la transformación de un intelectual en un ilustrado autor Rajneesh Bhagwan Shri

Del libro Pasando el hito. Claves para entender la energía del nuevo milenio por Carroll Lee

Del libro Un minuto de sabiduría (una colección de parábolas meditativas) autor mello anthony de

Ilusión - ¿Cómo alcanzar la Vida Eterna? - Nuestra vida es Vida Eterna. Quédate en el presente. - ¿Pero no estoy ahora en el presente? - No. - ¿Por qué no? - Porque no te has liberado del pasado. - ¿Por qué debería abandonar el pasado? No todo es tan malo allí.- Se necesita el pasado.

Del libro La vida sin esfuerzo. Una breve guía para la satisfacción, la atención y el flujo. por Babaut Leo

Apariencia El Amo nunca aprobó nada que fuera ni siquiera un poco sensacional. Lo divino, dijo, sólo se puede encontrar en

Del libro Abierto a la Fuente autor harding douglas

Del libro El Camino de un Hombre Real autor Deida David

Del libro Cuatro Yogas autor Vivekananda Swami

A primera vista, parece que las líneas azules definitivamente tienen una pendiente entre sí. De hecho, son estrictamente paralelos y se crea un efecto engañoso debido a la combinación de colores. Puede verificar esto mirando la imagen entrecerrando los ojos un poco y entrecerrando los ojos.

Todos los círculos de esta foto son del mismo color, pero nos parece que están pintados en diferentes tonos. De hecho, la única diferencia son las líneas de colores que los rodean. Todo el secreto está en ellos.

8. Tren ilusión

Mira atentamente la imagen. ¿Está el tren entrando en el túnel o, por el contrario, saliendo de él? Te sorprenderás, ¡pero no hay una respuesta correcta! Todo depende de cómo te ves. Con un poco de práctica, incluso puedes aprender a controlar el tren, haciendo que se mueva en la dirección correcta.

9. Cojinetes giratorios

Otro GIF rompecerebros que cambia radicalmente la esencia según el punto de vista. Si observa los círculos de colores en el centro y mira de uno a otro, los círculos grises girarán en una dirección u otra.

La ilusión se construye sobre la diferencia en la percepción del movimiento cuando el objeto está en el centro o en el borde de la periferia.

¿La niña en el centro gira en sentido horario o antihorario? Todo depende de qué parte de la imagen estabas mirando antes. Si primero hacia la izquierda, la niña del centro girará en el sentido de las agujas del reloj, y si es hacia la derecha, viceversa, en el sentido contrario a las agujas del reloj. Depende de la dirección del movimiento. ¿Por qué? Ya lo sabes.

Y por último, la ilusión más chula. El famoso cuadro es estático, y no hay en él el menor atisbo de movimiento. Pero mire durante 30 segundos las espirales giratorias desde arriba y luego mire la Noche estrellada. Es genial, ¿verdad?

La esencia de esta ilusión está en el post-efecto del movimiento. Cuando miramos espirales durante mucho tiempo, el sistema visual comienza a compensar el movimiento para reducir este estímulo predecible.

Pero, si miras inmediatamente una imagen estática, el cerebro continuará enviando señales para compensar el movimiento durante algún tiempo, a pesar de que ya no está allí. Como resultado, se crea la ilusión de rotación en la dirección opuesta.

No es casualidad que el nombre de esta dirección filosófica esté en consonancia con la palabra "ilusionista", que usamos en el sentido de "mago". El filósofo y escritor Keith Frankish, autor de Illusionism as a Theory of Consciousness y doctorado por la Universidad de Sheffield en el Reino Unido, explica el concepto de ilusionismo a través de trucos.

Imagínese: ve en el escenario cómo un mago realiza la telequinesis, es decir, mueve objetos con el "poder del pensamiento". Puede ofrecer varias explicaciones para este fenómeno. La primera es que es real, bastante comprensible desde el punto de vista de la ciencia, solo que aún no hemos descubierto aquellas leyes de la física que podrían darle una justificación racional. La segunda es que el truco se lleva a cabo con la ayuda de fenómenos físicos bien estudiados, como el electromagnetismo. En este caso, el evento sigue siendo real. Finalmente, hay una tercera opción: decide que todo esto es una ilusión y que no está ocurriendo telequinesis, y luego trata de explicar cómo el mago logró engañar a tu cerebro de esa manera.

Entonces, las dos primeras interpretaciones corresponden al concepto de realismo, y la última, al concepto filosófico del ilusionismo. El ilusionismo niega la realidad, la objetividad de cualquier fenómeno, y se centra en cómo surge la percepción de que es real, que existe en este mundo.

Conciencia = ilusión

La columna de Keith Frankish para la revista de cultura y filosofía Aeon comienza con un guiño ahora familiar a The Matrix. ¿Pastilla roja o azul, Neo? ¿Una ilusión placentera o la verdad brutal sobre una realidad que no es real en absoluto? Frankish ofrece a sus lectores otra "píldora" que ataca algo aún más sagrado que la existencia de nuestro mundo: la realidad de la conciencia humana.

Lo explica de nuevo con un ejemplo sencillo. Aquí hay una manzana roja que está frente a ti sobre la mesa. Ves una manzana porque la luz reflejada desde la superficie de la fruta golpea las células sensibles a la luz en la retina. Luego envían un "tramo" de impulsos electroquímicos a lo largo del nervio óptico hasta el cerebro, y listo: eres consciente de la imagen de una manzana roja. Pero, ¿eres realmente consciente de ello?

Aquí es donde comienza la conversación sobre la ilusión de la conciencia. La manzana es real (a diferencia de la cuchara, que "no" en The Matrix), y nadie discute el hecho de que la vemos. Pero nuestra percepción de esta manzana, como todas las sensaciones asociadas con ella (recuerdos, deseos, asociaciones) no agrega ninguna información al mundo físico. Las emociones y las sensaciones no están hechas de átomos, son efímeras, entonces, ¿cómo pueden tener alguna influencia en algo, incluso en nuestros propios pensamientos y acciones?

Por qué se necesitan ilusiones

Keith Frankish cree que la naturaleza creó para nosotros la ilusión de la conciencia en el proceso de evolución por alguna buena razón, lo que significa que esta ilusión es necesaria por alguna razón. Incluso si no tiene ningún significado físico adicional.

Pero Yuval Noah Harari, en su libro Homo Deus, expresa una idea aún más radical. Él sugiere que la conciencia como una percepción del propio "yo", todas nuestras sensaciones y emociones, esto es solo un "efecto secundario" de la evolución de nuestro complejo cerebro. En este caso, la conciencia no es más útil que las muelas del juicio y los pezones masculinos.

En su razonamiento, Harari llega tan lejos que incluso los creadores de The Matrix envidiarían. Lleva la idea de la conciencia al punto del absurdo: la única prueba de su existencia, dice Harari, es la propia experiencia de una persona. "Pienso, luego existo." Pero al mismo tiempo, usted persona consciente, no hay forma de que puedas verificar si tu pareja, colega, vecino y el mismo Harari tienen conciencia. ¿Qué pasa si el único que tiene conciencia eres tú y el resto de las personas son robots sin alma o avatares de la realidad virtual?

Vayamos más allá: ¿qué te hace pensar que tu conciencia es real y que realmente no estás en The Matrix? Porque si asumimos que hay millones de mundos imaginarios, entonces la probabilidad de que seas tú quien esté en el real tiende a cero. Por lo tanto, desde un punto de vista matemático, es bastante lógico decir que la conciencia es una ilusión creada con la ayuda de la realidad virtual, y estás en Matrix.

Si piensas demasiado en ello, puede parecer que te vuelves loco. Así que volvamos a la premisa de que el mundo es real. Pero la conciencia, ¿por qué es necesaria? ¿Y cómo aparece? Harari explica que los científicos solo saben que el sentido del yo, las emociones y los sentimientos nacen como resultado de la interacción de una masa de impulsos eléctricos. Pero, incluso si no fuéramos conscientes de nuestras sensaciones, por ejemplo, miedo, atracción, hambre, etc., estos mismos impulsos nos obligarían a buscar comida, aparearse y luchar por la supervivencia de todas las formas posibles.

¿Por qué entonces ser consciente de todo esto, y como consecuencia experimentar el sufrimiento, reflexionar, buscar el sentido de la vida? ¿No es este el principal error de nuestro cerebro altamente desarrollado?

¿Como vivir?

La idea de que nuestra conciencia es a) ilusoria yb) inútil es, por supuesto, difícil de aceptar. Pero hay buenas noticias: por ahora, esta todavía no es una teoría científica absolutamente confiable, sino solo uno de los conceptos de conciencia.

Keith Frankish cree que es necesario probar la teoría del ilusionismo: recopilar argumentos de hierro a favor del hecho de que todos nuestros sentimientos, juicios y experiencias son ilusorios. Después de que esto suceda, en su opinión, el problema de la existencia de la conciencia dejará de preocupar a la gente.

Otro conocido filósofo, profesor de filosofía y codirector del Centro de Estudios Cognitivos de la Universidad de Tufts, Daniel Dennett, está de acuerdo con Frankish en su razonamiento. Dennett escribió el libro Concsiousness Explained, donde dice: dado que no existe un portador cualitativo de la percepción sensorial (él lo llama qualia), entonces todos somos “zombis” desde el punto de vista de la filosofía. Y el que se parece a una persona y se comporta como una persona, lo es; no se necesitan características adicionales del tipo de conciencia.

Esta idea, que se expresó a principios de los años 90, es interesante considerarla hoy en el contexto de la robótica. Si es posible recrear el trabajo del cerebro humano en un robot, ¿significa esto que la ética humana también tendrá que aplicarse al robot? Después de todo, resulta que ni uno ni otro tendrán conciencia y, por lo tanto, la actitud hacia ellos debería ser la misma.

Harari, por cierto, también plantea varias cuestiones éticas. Por un lado, dice, aunque solo los humanos tengan la idea (o ilusión) de su propia conciencia, esto no significa que los animales no tengan conciencia (por cierto, el conocido investigador del cerebro Dick Swaab está de acuerdo con esto). ). Y si no podemos verificar la presencia de la conciencia en otras personas, ¡entonces qué podemos decir sobre los perros y las vacas! ¿Significa esto que es hora de disolver las granjas y cambiar al veganismo, en caso de que los animales aún puedan ser conscientes del dolor y el miedo?

Por otro lado, si la conciencia es solo un efecto secundario de la evolución, entonces uno podría pensar: ¿por qué tenerla en cuenta? Si todo lo que nos sucede es solo una corriente de impulsos eléctricos en el cerebro (y no puede ser ni "bueno" ni "malo"), entonces, ¿por qué las personas (o los animales) no deberían ser violados y torturados? Harari advierte que uno debe tener cuidado con tales razonamientos, porque uno puede llegar muy lejos con ellos.

Por supuesto, no todos los científicos están de acuerdo con el concepto de la naturaleza ilusoria de la conciencia. Muchos neurocientíficos ahora están tratando de desentrañar el misterio de la conciencia, solo para explicar cómo los deseos, pensamientos y sentimientos nacen de una masa de impulsos eléctricos. Y por qué son más que la suma de sus componentes.

Mientras tanto, puede aplicar el concepto de la ilusión de la conciencia en su vida cuando comienza a tomar todo demasiado en serio y las emociones parecen insoportables. Quizás entonces te consuele este pensamiento: todo lo que la conciencia te hace es solo un conjunto de impulsos eléctricos en el cerebro (pero esto no es exacto).